Me gustan las fiestas de mi ciudad porque, entre otras cosas me permiten callejear y disfrutar de más tiempo para ver exposiciones.
Como tengo un puntito rebelde, nunca leo las críticas que aparecen en prensa hasta que no he visitado la exposición por la posibilidad de que pudieran "manipular" mi punto de vista y porque me encanta comprobar si mis gustos o conocimientos artístiscos van evolucionando.
Entre las que he visitado estos días, está la que desde el 9 de octubre hasta el 22 de noviembre de 2009 tiene lugar en la Lonja de Zaragoza.
El pintor este año es Pepe Cerdá, nacido en Buñales (Huesca) en 1961.
El título de su exposición: “El oficio de pintar”.
Lo primero que te llama la atención, porque generalmente en La Lonja las exposiciones suelen ser retrospectivas o antológicas, es que la mayoría de los cuadros han sido realizados en el 2009.
Además las obras con las que te encuentras al entrar son tanto pictórica como temáticamente muy actuales.
Dos enormes tiovivos de pinceladas firmes y poco definidas con luces claramente impresionistas te reciben. Es un auto-guiño que el pintor se hace, ya que en sus comienzos, junto a su padre, pintaba atracciones de feria.
Para haceros una idea de la actualidad de sus obras, Cerdá plasma también dos abigarrados escaparates, fácilmente reconocibles para los habituales del Centro Comercial Gran Casa.
Resulta divertido descubrir en uno de ellos, por la proximidad de los locales, como el rótulo luminoso e invertido de Frutos Secos el Rincón aparece transparentado en el cristal.
La gasolinera de Villamayor, localidad en la que vive el autor, aparece en varios lienzos, a distintas horas del día. Cerdá cuenta en una entrevista que cuando vuelves desde Zaragoza, lo primero que ves en la oscura carretera son las luces de la gasolinera que te avisan a modo de faro de que ya estás llegando a casa.
Por circunstancias, recorro esa carretera varias veces al año y doy fe de que es exactamente esa la sensación que tienes cuando aparece en medio de la noche.
Zaragoza a lo lejos, aparece también en varios lienzos de Cerdá, en los que no falta La Papelera de Montañana, perfectamente visible en los alrededores de su lugar de residencia.
En el cuadro titulado “El fumador” los ojos se te van directamente a la brasa del cigarrillo del protagonista, quien parece haber sido pillado "in fraganti" justo en el momento de dar una calada al primer pitillo matinal..
Este cuadro aparece otra vez, en formato más pequeño, pero en éste me molesta el tamaño de la brasa del cigarrillo que, a mi juicio, es proporcionalmente demasiado grande.
Podemos ver también una serie de retratos de personas y personajes cercanos a Cerdá. Cuadros de mayor envergadura en las que algunos de sus vecinos aparecen retratados en sus tractores, en los que socarronamente Cerdá llama "retratos ecuestres".
En resumen, me gustó la frescura y contemporaneidad de la obra de Cerdá porque tiene un estilo cercano con el que consigue humanizar la pintura, hacerla complicada y accesible a la vez.
A nivel personal, tras ver el documental de la exposición y curiosear por
su blog, que no os podéis perder,
Pepe Cerdá me parece una persona socarrona y entrañable con la que estaría encantada de
"echar una charrada".
No hay más que visionar los videos de youtube en los que cuenta que durante su estancia en la
Casa de Velázquez de Madrid algunos pintores becados se suicidaron por no poder soportar la presión y dice cosas como ésta:
"Por la sobredimensión del ego que producen estos oficios deberían hacerte pintor con receta médica y supervisión psiquiátrica"
Nota: Lamento no haber conseguido fotografías de mejor calidad. Las que he puesto las he escaneado de la prensa.