Sé que os va sorprender el post de hoy, pero es que soy así... y me lo pide el cuerpo….
Os cuento…
Mi hijo Daniel y varios de sus amigos jugaron la temporada pasada en el equipo Juvenil de La Muela (pueblo a 23 km de Zaragoza).
Por eso un fin de semana sin otro, cada vez que tocaba en casa, subíamos a verlos jugar.
Como a mí el fútbol, como que no….. aprovechaba la situación para practicar la fotografía y así ejercí voluntariamente de “fotógrafa del equipo” (título que oficiosamente me adjudicaron los chicos).
¿Por qué os cuento esto ahora?
Pues porque por este hecho, conocí a Antonio Gimeno, el utillero del equipo. Un hombre al que siempre recordaré como un ser entrañable.
Hablo en pasado porque ayer, durante el entrenamiento del equipo, un infarto le sacó “tarjeta roja” y le expulsó del “partido de la vida”.
Esta foto no es mía, pero la pongo porque "ha salido guapo".
Antonio, aunque sólo tenía 53 años (me he enterado hoy), aparentaba bastante más.
Soltero y en paro, según me contó él (por eso sospeché que era más joven), llenaba sus días ejerciendo de utillero del equipo y atendiendo a los críos. Y si algo le gustaba, además del fútbol, era comer. Me hacía gracia que siempre que venía a darme conversación o me invitaba a un café, el tema era la comida: Lo que había comido, lo que tenía preparado para cenar, el menú del cotillón de Nochevieja….
Le encantaba que le hiciera fotos. Es más, había días en que me estaba esperando para que le inmortalizara sólo o con su amigo Jesús o con Liber (jugador de la cantera que pasó a Regional).
Luego no sabía cómo agradecérmelo, se desvivía por invitarme a café, incluso en un arranque de espontaneidad me regalo su gorro del equipo.
Cuando me hizo el favor de entregar y recoger un cuadro mío para el concurso de pintura de Artevía, me enseñó su casa, su ventilador de techo del que estaba muy orgulloso porque le hacía estar fresquito en verano (y yo pienso que además.... porque le parecía supermoderno y chic ...jajaja), y también me enseñó su cocina y por supuesto........ la cena que tenía preparada para esa noche.
Ese día descubrí un tatuaje curioso en su brazo, el nombre de “Wendy” y un corazón. Me hizo gracia porque, claro, pensé en Peter Pan y no es que le pegara mucho. Y como no me pude callar (ayyyy ¡esta boquita mía!), le pregunté.
Y con toda naturalidad me contestó:
-Me lo hice por una novia que tuve. La conocí en un viaje a Santo Domingo de los del Ayuntamiento, pero luego sólo quería que le mandara dinero y no venía. Así... que la dejé!
◘◘◘◘◘
Aquí te dejo mi pequeño homenaje, Antonio, y sólo deseo que estés donde estés.... haya mucha comida y una “Wendy “ no (que no te merece) pero sí alguna angelita soltera que sea más agradecida y te haga feliz!
D.E.P.
PD. Pero por si acaso no te tatúes su nombre, que ya sabes como somos las mujeres.... ;)
.jpg)
.jpg)
